La Conferencia sobre los Océanos: un punto de inflexión

Lisboa ha acogido entre el 27 de junio y el 1 de julio la II Conferencia de los Océanos de Naciones Unidas (UNOC) en la que se han reunido las delegaciones de unos 150 países. El desafío de esta cumbre es dar un paso más y pasar de los discursos a la acción en la protección de los océanos, poniendo en marcha un nuevo capítulo de acción oceánica impulsado por la ciencia, la tecnología y la innovación. El océano necesita urgentemente nuestra ayuda. Si permitimos que continúe el ciclo de deterioro en que se encuentra actualmente, los efectos perniciosos sobre las formas de vida que habitan en las aguas superficiales y profundas del océano y cerca de él pueden llegar a ser irreversibles. Todas las formas de vida en este planeta dependen en última instancia de la salud del océano, por lo que frenar su deterioro es uno de los desafíos más importantes de nuestra era. Si queremos preservar la abundancia de recursos de nuestro planeta para nosotros y para las generaciones futuras, ha llegado el momento de actuar. EL OCÉANO COMO SUSTENTO DE NUESTRO PLANETA El océano nos une a todos. La abundancia de sus recursos, su energía ilimitada y sus indispensables rutas comerciales son vitales para nuestro planeta. La salud de los océanos es crucial para el bienestar de la humanidad; por eso ha llegado el momento de reconocer que la actividad humana, cada vez más intensa, ha puesto en peligro al océano. Los océanos cubren tres cuartas partes de la superficie de la Tierra y contienen el 97% del agua del planeta, por tanto, guían las pautas meteorológicas mundiales, absorben alrededor del 30% del dióxido de carbono generado por los seres humanos y actúan como un crucial mecanismo amortiguador de los efectos, cada vez más graves, del calentamiento de la Tierra. Más del 50% del oxígeno que respiramos proviene del océano. Los océanos albergan casi 200.000 especies identificadas, según cifras reales calculadas en millones, por lo que constituyen una inmensa reserva de biodiversidad. Miles de millones de personas dependen de ellos para su subsistencia, su seguridad alimentaria y su identidad cultural. ¿De verdad queremos sacrificar todo esto? Dado que la integridad del precioso ecosistema del océano es esencial para la supervivencia de la humanidad, la lógica dictaría que deberíamos cuidar de su bienestar con la máxima diligencia. Lamentablemente, ocurre lo contrario. Para aceptar la veracidad de esta afirmación, basta con considerar el hecho de que arrojamos el equivalente a un gran camión de basura de residuos de plástico en el océano cada minuto de cada día. Si continúa la tendencia actual, para 2050 habrá más plástico en el océano que peces. Esta es solo una de las muchas actividades humanas vergonzosas que han provocado el deterioro de los océanos. El reto existencial de invertir ese ciclo se ha convertido en uno de los mayores imperativos de la humanidad. Las pruebas científicas del deterioro son contundentes. Ya se trate de la destrucción de hábitats, de la pérdida de biodiversidad, de la sobrepesca y el agotamiento de las poblaciones de peces, de la contaminación marina o de los efectos del cambio climático que se manifiestan en la acidificación y el calentamiento de los océanos, los desafíos que tenemos por delante son enormes y muy complejos. Consideremos los niveles intolerables de contaminación marina y de desechos que se acumulan en los océanos y en nuestras playas. Hay gigantescos giros de basura circulando en alta mar. Por desgracia, el plástico está ahora entrando en la cadena alimentaria marina, provocando efectos tóxicos evidentes para la vida marina y en última instancia para nosotros. Las zonas muertas hipóxicas se expanden a lo largo de nuestras costas, y los arrecifes que sustentan la vida de multitudinarias formas de coral se están convirtiendo en cementerios blancos desprovistos de vida. Mientras tanto, la actividad humana sigue liberando niveles cada vez mayores de dióxido de carbono a la atmósfera, lo que a su vez aumenta la acidificación de los océanos. Si esta tendencia persiste, la vida marina que depende del calcio estará gravemente amenazada. Los gases de efecto invernadero recalientan a su vez los océanos, un proceso que agravará aún más el aumento del nivel del mar y provocará que los peces abandonen las calientes aguas ecuatoriales. Los efectos que todo esto conllevará para el ecosistema del planeta no se conocen todavía, pero las consecuencias para la humanidad no pueden ser buenas. Mientras los océanos se enfrentan a estas calamidades, el temerario comportamiento humano sigue ejerciendo una enorme presión sobre la supervivencia de muchas especies marinas a través de las prácticas pesqueras destructivas, las perjudiciales subvenciones pesqueras, la pesca ilegal y no reglamentada y los insensatos modelos de sobrepesca. Las fuentes oficiales señalan que casi una tercera parte de todas las poblaciones de peces está ya por debajo de los niveles sostenibles. Todos estos problemas emanan de la actividad humana. Por tanto, es el ser humano quien debe encontrar las soluciones, y ha llegado el momento de llevar a cabo acciones concertadas. LA AGENDA 2030 Y EL OBJETIVO DE DESARROLLO SOSTENIBLE 14 Los líderes mundiales reconocieron la importancia fundamental de los océanos para la humanidad y para el planeta en septiembre de 2015 con la aprobación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible —el plan maestro de la humanidad para lograr un futuro sostenible en este planeta—. La Agenda 2030 se articula en torno a 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y el ODS 14 establece metas específicas a cumplir con miras a conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible. Las metas del ODS 14 abordan: la contaminación marina; los ecosistemas marinos y costeros; la restauración de las poblaciones de peces; la eliminación de las subvenciones pesqueras perjudiciales; la conservación del medio marino; la acidificación de los océanos; el cumplimiento del derecho internacional aplicable; la ampliación de los conocimientos científicos y el fortalecimiento de la cooperación; el aumento de los beneficios de los PEID y los países menos adelantados; y el acceso de los pescadores artesanales a los recursos marinos y los mercados. El ODS 14 es la única hoja de ruta acordada a nivel mundial para la conservación y la gestión sostenible de los recursos marinos. Su fiel cumplimiento es por tanto nuestra mejor esperanza para remediar los males del océano. Escrito por: Peter Thomson Presidente del septuagésimo primer período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Tomado de: https://www.un.org/eschronicle/article/la-conferencia-sobre-los-oceanos-un-punto-de-inflexion